Juliet Burke, conocida como Juliet Carlson antes de casarse con (y separase de) el abogado de Arthur Frobisher (gag sólo apto para seguidores de Damages, lo siento...), es el gran descubrimiento de la tercera temporada de Lost. Su ojo es el ojo con el que se da pie a una de las mejores secuencias de la serie, lo que nos evidenciaba la importancia de su papel. Un rol que hemos tardado en comprender, un personaje que hemos tardado en situar, y que seguramente no hemos asimilado del todo.
A riesgo de faltar al respeto del mismísimo John Locke, me aventuro a decir que Juliet es la persona a quien la isla más ha cambiado. No sabemos demasiado de la doctora en el mundo exterior: es especialista en fertilidad, estuvo casada (no sabemos si se llegó a divorciar), tiene una hermana con cáncer a la que consigue embarazar (no ella propiamente, entendedme...) pese a las secuelas de la quimioterapia... En resumen: parece, salvando las distancias, una especie de Jack en femenino, celosamente apasionada de su trabajo y con una vida personal en segundo plano. La isla, el tiempo pasado en ella, transforma a Juliet en alguien tremendamente opuesto, con unas grandes dosis de autocontrol. La mujer que se nos presenta en la tercera temporada tiene rasgos de maldad (miente y traiciona), de avaricia o exceso de ambición (es capaz de meterse por voluntad propia en algo tan oscuro como Mittelos Bioscience), de mirar únicamente por sí misma (ahora estoy con unos, ahora con otros...) y de algunas perlas más. Y sin embargo, sabemos que no es la mala de la película. Todo es puro autocontrol con el único fin de salir, de volver a casa. Se nos aleja de Jack, antítesis del autocontrol, y se nos acerca un poco al Ben más opaco y manipulador, pese a que en lo físico, paradójicamente, se pegue como una lapa al doctor Shephard...
De todas maneras, la introducción de Juliet en el grupo de los losties nos deja aún con algunas dudas sobre su posición. Porque suponemos que no tomará parte por uno u otro bando (por Ben o Jack) en función de sus convicciones, sino de lo que sea más útil para volver a casa. Parece que ahora mismo son Jack & co. quienes le ofrecen más garantías, aunque veremos lo que pasa a partir del 31 de enero...
Juliet nos inunda de dudas. ¿Dónde ha aprendido a hacer esas llaves, como la que le sirve para dejar KO a Kate? ¿Qué significa esa marca que le enseña a Jack en las jaulas? ¿Hasta dónde conoce los secretos de la isla? Porque parece que lo del humo negro le pilla por sorpresa... ¿Ha estado liada con Ben? ¿¡Y qué narices hacía con Goodwin!? En fin...
Lo decía al principio: la grandeza de Juliet es culpa de
Elizabeth Mitchell. No creo que sea un personaje especialmente
dotado para el protagonismo, pero gracias al trabajo de la actriz tenemos al
mejor fichaje de la tercera temporada. Por las dudas que despierta, por la
seguridad que demuestra, por cómo habla y cómo calla, porque mete más cizaña
en el triángulo cuadrado amoroso de la serie, porque no nos
cansamos de las rubias...