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Bienvenido
a Lostzilla.net , una web dedicada a la serie de
televisión LOST que emite el canal ABC. En
España, "Perdidos" se emitirá en el Canal
FOX a partir del mes de Abril. No os la perdáis (jeje) Para
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~Fallen II (1/2)~ (Por Lixie)
Step by Step
Shannon despertó en la playa, bajo una palmera, al lado de su medio hermano Boone. Se levantó rápidamente, suspiró –Qué asco- y trató de quitarse la arena de la espalda. Por lo menos el pelo lo tenía limpio, gracias a una camiseta de Boone. No entendía cómo, pero no se sentía culpable. Era como… era como si Boone se lo debiera. De alguna forma. Quizá por ser familia, o quizá por lo que sentía por ella, aunque eso sería triste. Quizá porque él era lo único que Shannon tenía en la isla, y dado su espectacular don de gentes, seguramente lo que tendría en bastante tiempo, hasta que alguien acabara con toda la conversación del resto de la isla y se dirigiera amablemente a ella.
Lo cual sería bastante raro.
- Boone. Boone. Eh, Boone.- susurró, mientras movía al chico tanto como podía.- ¿Estás despierto?
- ¿Qué quieres…? ¿No ves que todo el mundo está durmiendo? Soñaba que nos rescataban…
- Me voy a la selva.
- ¿¡Qué?! ¡¿Sola?! ¿¡Estás loca?! Te acompaño.
- No hace…
- Sí la hace.- Sólo le faltó decir ‘Y punto’ para dar por terminada la cuestión. Se levantó, se quitó la arena de la ropa y volvió en sí cuando Shannon ya se dirigía a los arbustos que daban paso la enorme arboleda tropical.- Espera. ¿Para qué quieres ir a la selva?
- Tiene que haber algún sitio con agua limpia, yo qué sé, una cascada, un río, un torrente, algo. La arena me da asco. Se me mete en las uñas y es incomodísima. Duele.
Sin decir nada, Boone se encaminó hacia el camino más sencillo que encontró en todo ese lío de árboles y matorrales. Shannon fue detrás de él.
Espíritu de Liderazgo
Empezaba a hacer calor cuando Claire despertó, gracias a las patadas del bebé que llevaba en la tripa. Charlie estaba a su lado, dormido profundamente, soñando con alguna cosa bonita porque su cara reflejaba una felicidad y una tranquilidad que nunca había visto en él, aún contando que despierto no podía hacer otra cosa que pensar en la situación en la que estaban.
Mientras Claire le miraba fijamente y sonreía, más para sí misma que para el exterior, Charlie comenzó a moverse. Se le borró la mirada brillante de su cara y antes de que Claire pudiera hacer nada para evitarlo, gritó un No largo y psicótico, histérico, como si fueran a matar a alguien. Cuando pudo reaccionar, toda la playa estaba despierta y la miraba como si fuera tonta y no supiera qué hacer.
- Charlie. Charlie. Despierta. Estás teniendo una pesadilla. Venga.- Decía, mientras le agitaba con toda la fuerza que poseía en ese momento, que era incluso menos de la que solía tener cuando estaba… bueno, bien. Relativamente bien.- ¡Charlie! – Le movió con más fuerza hasta que el chico despegó lentamente los párpados y la miró con los ojos entrecerrados.
Tras mirarla a ella, que trataba de calmarle con la mirada, y ver que estaba perfectamente, miró a su alrededor. Todos le miraban. Se suponía que debía estar acostumbrados, por la banda, por los conciertos, por todo lo que conllevaba Driveshaft, aunque nunca había tenido tanta atención. Los ojos de los fans se desviaban a su hermano, que por algo era el líder de la banda y no él, que tenía menos espíritu de liderazgo que un bebé. Incluso menos que el bebé de Claire que seguramente, aún no tenía ni espíritu.
- Es… Estoy bien, Claire, no pasa nada. Estoy acostumbrado a tener pesadillas.- El resto de la gente se dispersó, cada uno al lugar donde había dormido, con la gente con la que había congeniado, dejando a Charlie a solas con sus pesadillas. Porque Claire estaba muerta. En su sueño. Y él no había hecho nada para evitarlo.
If It Makes You Happy
Kate volvió a la sábana sobre la arena en la que había pasado la noche. Algo alejada del resto. No, desde luego, no se esperaba eso. En esos momentos, ella debería estar encerrada entre rejas y no entre agua. En un lugar hecho de ladrillos, cemento y acero y no en la arena blanca y cálida de una playa desconocida con gente aún más desconocida en una isla que ni siquiera aparecía en el mapa.
Mientras estaba sumida en sus pensamientos, con la mirada perdida en algún lugar del horizonte, un hombre, de tez morena y pelo rizado y oscuro se acercó a ella y le preguntó su nombre. Ella se lo dio. Él se sentó a su lado. Ella se volvió a mirarle. Él sonrió.
- Bueno, Kate. ¿En qué piensas? – Le preguntó, distraido, intentando entablar una conversación con la única persona de la isla que le parecía medianamente normal. Por lo que había oido, había una embarazada, un chico que tenía pesadillas, otro que gastaba su talla en triplicado, otro que se dedicaba a hacer de buen samaritano e ir curando a todo el que se lo pedía, otro que si te intentabas acercar a él defendía su territorio como un perro de caza, dos chinos, bueno, asiáticos, de país desconocido, que ni siquiera hablaban el idioma. Un cincuentón que se había pasado toda tarde del día anterior enseñando a jugar al Backgammon a un crío negro mientras su padre (el del crío) miraba atentamente sin quitar la vista en ningún momento de lo que ese tipo hacía con su hijo.
- Si me consigues un chuletón de ternera te lo digo.
- ¿Tiene que ser de ternera? Seguro que hay animales sueltos por esta isla, pero una vaca… Se supone que no las hay salvajes. A menos que encontremos una granja, seguiremos sufriendo. Tú no te alimentarás como debes y yo no sabré a qué extraña causa le dedicas tanto tiempo.
- Pensaba en que debería estar en otro sitio… Pero quizá ese sitio sería peor aún que este.- Sonrió.- No tiene que ser ternera, pero me debes un chuletón.
- Si eso te hace feliz…
Le sonrió y se levantó, dirigiéndose a los restos del avión. Allí, se dedicó a buscar algún instrumento que pudiera servir para cumplir su promesa.
Eso
Cerca del fuselaje del avión, encima de una lona azul, había un asiento de avión arrancado. Encima del asiento, estaba sentado el responsable del robo al avión. Sawyer. Leyendo algún libro que seguramente habría encontrado entre las pertenencias de otra persona, como todo lo que tenía. En un día, había cogido cosas prestadas de la mayoría de maletas que había encontrado. Unos zapatos, unas tijeras, un peine, un discman, dos discos de una tal Sarah McLachlan –que dejó de escuchar enseguida, porque la música, unida a la situación, le daba ganas de cortarse las venas-, uno de U2 –ese ya era menos depresivo-, una bolsa de patatas fritas, unas bermudas, un bote de champú… Y cada uno de una maleta diferente. Si todos los que habían sufrido robos se unieran, acabarían con él como si fuera una mosca. Pero Sawyer provocaba alguna clase especial de miedo a la gente que tenía que aguantar sus ataques, así que dudaba que eso ocurriese alguna vez.
- ¿Te importa dejar de leer y ayudarme a montar esto? – La voz le sonó lejana, pero miró a su lado, y, a unos cuantos metros, el médico, Jack o como fuera, estaba intentando armar una tienda con cuatro palos, unas telas de plástico y una enorme cubierta de piscina.
- ¿De dónde has sacado eso?
- ¿A qué te refieres con eso?
- A la cubierta de la piscina.- Suspiró Sawyer, como si fuera obvio a qué se refería.
- Del maletero del avión. Las instrucciones para montar la piscina también están. Faltan las piezas. ¿Me ayudas o no?
- No. Que te ayude la pecosa, antes de que el indio ese te la quite. Corre a por ella.
Sawyer se levantó, se fue a la selva a ponerse el bañador y después, se dirigió a nadar al mar.
Apuestas
En un lugar bastante visible de la playa, después de haber nadado y tomado el sol e intentado pescar algo con un trozo de una rueda del avión atado a una rama, Michael se quedó observando a su hijo. Aún no se acostumbraba a eso, es decir, no le había visto en más de 9 años, el chico tenía diez, pero ni siquiera le podía recordar porque de pequeño ves muchas cosas pero no recuerdas ninguna, aunque cuando te las cuenten seas capaz de articular un ah, claro, ya me acuerdo relativamente creíble.
Michael le había perdido hacía nueve años y medio y viendo a Walt hablando con ese tal Locke y jugando al Backgammon con él, tenía la sensación de que volvería a perderle. Pero no quería meter la pata. Nunca había sido muy inteligente en temas de relaciones sociales y temía perderle psicológicamente. Si le alejaba de Locke, quizá Walt no se lo perdonase.
Siempre podía hacer un esfuerzo por acercarse a John. Al fin y al cabo, quizá él podría ser el padre, y Locke… el abuelo, el que malcría.
Se acercó lentamente a ellos, con las manos en los bolsillos y una sonrisa falsa.
- Ho… hola, hijo. ¿Qué haces? – Locke le miró con incredulidad, luego miró al tablero y luego miró a Walt, que asintió con la mirada.
- Jugando al Backgammon.- Dijo Locke, lo más decente y respetuosamente que logró en esa situación.
- ¿Puedo… mirar? No… no sé jugar.- Comentó de pasada, sentándose en la arena a un lado de Locke y Walt.
- Claro. Nos podemos jugar a Walt.
- ¿¡Qué?! – Preguntó Michael, extrañado de esa afirmación.
- Era broma.- Miró a Walt y este asintió con la cabeza. Hasta su hijo sabe a qué ha venido. Es inteligente, el chico..
- No lo parecía.
- Bueno. Echamos una partida. Si gano yo, quedamos en que era broma, y si ganas tú, te dejo que vayas por ahí contando que no tengo ningún reparo en apostar propiedades ajenas.
- Hecho.
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